miércoles, 22 de septiembre de 2010

La ética de la televisión, nuestra moral

Viernes 9 de julio de 2010

Es innato el conocimiento del bien y del mal o es, por el contrario, de la misma forma que se amaestra, más correctamente, de la misma forma se domestica, a los perros, por asociación, quiero decir. Tal vez por incuestionable influencia de la televisión, esa niñera gratuita que casi todos los padres (aunque lo nieguen) han dejado a cargo del cuidado y educación de sus hijos. La mía es una generación domesticada y moralizada po rlo que esa caja brillante y palpitante mostraba, muestra y seguirá mostrando.
Son sus modelos, sus estereotipos, sus aspiraciones, los que persiguen seguro, todos -o la inmensa mayoría- de los niños y no tan niños, jóvenes y adolescentes que en teoría son plenamente poseedores de conciencia de sus propios actos. Unos actos calcados al milímetro de sus personajes televisivos, de sus ídolos, una lucha por ver quien imita más fielmente a esos estereotipos hipócritas, y sus formas de vida, por ver quien los "conoce" mejor (es decir, que no pierde ninguno de los minutos de emisión).
Como he dicho, esto afecta más a la infancia que nos ocupa, pero son esos adolescentes, por cierto de dudosas facultades intelectuales, aunque no por ello inhumanos, también son personas.; en los que vemos el efecto de la esta extendida práctica 'educativa'.

¿Problemas? Cierra los ojos

Jueves 8 de julio de 2010

Resulta ciertamente irónico que quien suele presentar los consejos, las instrucciones para salir de una determinada situación (desagradable, por supuesto) se niegue a seguirlos. A pesar de conocer con seguridad que huyendo y negando la existencia de problemas, no pasa a una mejor situación. Para conseguir el fin general, hay que solucionar y poner fin a los problemas que acontecen. Pero me niego a ver el problema evidente. Trato en vano de conseguir aquello que quiero arrastrando tras de mí (en realidad está delante, porqué no me deja avanzar) todo estorbo torpezado, encontrado, topado mejor dicho.

La falta de contacto social

Jueves 8 de julio de 2010

La falta de contacto social hace mella en la persona (...). Siempre la hace pero ingenuos e ignorantes de nosotros actuamos como ciegos que ni reconocen ni quieren reconocerlo. Eso nos convierte en otros seres. Unos seres que nosotros mismos despreciamos. Nos convierten en seres repelentes, que huyen del detestable conjunto, del colectivo mientras ansían no alejarse, mientras dicen mantenerse unidos inquebrantablemente a él. Por eso a la mínima oportunidad tratamos de mostrar nuestros nuevos conocimientos adquiridos aunque sea, ante la más terca de las mulas del grupo, ante el menos apto de los seres que nos rodean. Es estúpido y lo sabemos, pero somos débiles y nos dejamos superar. No sabemos aguantar, mantenernos.
Sólo cabe esperar, desear, incluso aventuraría rezar, que este detestable estado sea pasajero. Y pase cuanto antes. Porqué una vida así sólo puede ser desdichada e infeliz, de ahí, en aumento. No cabe esperar nada más. Además da la sensación de que, al no hacer ver la luz al menos apto de los seres humanos, de que hayamos perdido todas nuestras facultades comunicativas.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ahogo y desasosiego

Miércoles 7 de julio de 2010

Conozco bien esa sensación. Es como si todo, absolutamente todo transcurriera insultantemente despacio. Es como si todo y todos lo hicieran a propósito, burlándose de ti. Eso para ver cómo te sientes, para verte atrapado en un mundo que transcurre a cámara lenta, recordándote que no perteneces a ese mundo, que no debería pertenecer a él y que, por lo tanto, no podrás cambiarlo, porqué no eres parte de él, no eres parte de nada. Pero te revelas, no puedes er excluido a menos que lo decidas tú mismo. Pero sólo recibes como carcajadas, nada está dispuesto a cooperar.
Quieren que seas tú quien ponga el punto final, para ellos quedar como la perte benefactora, la que nunca hizo nada malo, la que siguió apoyándote y luchando por ti, junto a ti, a tu lado. Eso quiere demostrarte que sigues y seguirás necesitándole, siempre. Pero nunca lo conseguirás. Con esa situación te hacen sentir como un bufón, sientes que se mofan de tí, sea quien sea, pero realmente nadie se está mofando, porqué realmente no hay nadie. Puede que te ignoren o puede que se encuentren en tu misma situación, o quien sabe. El caso es que una situación inducida, para que te sientas así, puede que en la psique esté la clave, pero no lo puedes saber. Porqué si lo supieras dejaría de ser su inofensiva víctima. Y entonces, si lo conocieras te podrías defender ante el disgusto, el asco y el desasosiego que todo eso te provoca. Todo lo que quiera que te hace sentir así, o quien quiera que sea, no quiere alcanzar ese fin de cierta fortaleza personal, para nada. Quieren que te sientas desdichado, no, peor; quiere que hagas por él su trabajo. Si ninguno de ambos quiere que sigáis relacionados, él hará todo lo posible por no mancharse las manos, por cederte el puesto nefasto.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Despreciado por lo infravalorado

Martes 6 de julio de 2010

«Los objetos no deberían tocar, puesto que no viven. Uno los usa, los pone en su sitio, vive entre ellos; son útiles, nada más. Ya mí me tocan; es insoportable. Tengo miedo de entrar en contacto con ellos como si fueran animales vivos»

«¡Qué desagradable era! Y procedía del guijarro, estoy seguro: pasaba del guijarro a mis manos. Sí, es eso; una especie de náusea en las manos.»

(Jean-Paul Sartre, La náusea)


Para la gente "normal", para los "socialmente adaptados", los objetos no son más que eso; objetos. No suponen nada en absoluto, son sencillos e inertes, herramientas, algo útil. Él, en cambio (socialmente inadaptado de alguna forma, ajeno al colectivo, sin posibilidad alguna de retornar a él), los objetos tienen como vida, conciencia propia. Son capaces de negarse a ser alzados o producir asco. Se siente como si fuera un ser subordinado a los más absurdos objetos, despreciado por un guijarro y una hoja de papel, por lo más insignificante imaginable. Es una situación como poco insultante la que le brindan los objetos. Imagina, cómo tendrá que ser la que le brinda la sociedad, el resto de hombres. No existen palabras para expresar la desolación que produciría.

Regreso imposible

Martes 6 de julio de 2010

«También ellos necesitan juntarse para existir.»

(...)

«Nunca he rechazado estas emociones inofensivas; al contrario. Para sentirlas basta estar un poquito solo, justo lo necesario para desembarazarse de la verosimilitud en el momento oportuno. Pero me quedaba cercad e las gentes, en la superficie de la soledad, decidido a refugiarme, en caso de alarma, en medio de ellas; en el fondo era, hasta entonces, un aficionado.»

Una vez uno se recluye en la soledad, decide dejar de pertenecer a la sociedad, el colectivo social al que debería pertenecer, no sólo es él quien se marcha. Es al mismo tiempo la sociedad la que le niega la posibilidad de reinserción en ésta. Aquel que renuncia a pertenecer a la sociedad, no tendrá la oportunidad de enmendar su error, no podrá recuperar su anterior nivel social, su anterior estatus social, nunca jamás.

martes, 14 de septiembre de 2010

¡Atención! ¡Está pasando!

Martes 6 de julio de 2010

«Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos» (Jean-Paul Sartre; La náusea)

¿Acaso no es cierto? Siempre están pasando cosas, la mayoría, la inmensa mayoría insignificantes, pero cuando pasa algo realmente digno de mención lo hace entre otras muchas cosas insignificantes. Por eso no lo solemos ver. Y por eso mismo, a veces le damos demasiada importancia a lo que vemos que realmente, no significa nada. Para conseguir ver lo realmente relevante, es neesario saber cómo verlo. ¿Cómo se puede ver? Esa es una pregunta para la que todavía no he encontrado una clara respuesta. No por ello, por no saber exactamente cómo verlo, hay que dejarse abatir, hay que seguir intentándolo, poniéndo empeño, aun haciéndolo a ciegas, sin conocimiento certero alguno.

Cambios: afrontarlos o aterrarse

Martes 6 de julio de 2010

Algo cambia dentro de uno mismo. ¿O sea tal vez algo de fuera, lo que ha mutado? ¿O es que es que algún cambio exterior ha producido otro cambio, éste último dentro del individuo?

«Por ejemplo, en mis manos hay algo nuevo, cierta manera de coger la pipa o el tenedor. O es el tenedor el que ahora tiene cierta manera de hacerse coger, no sé» (Jean-Paul Sartre, La náusea)


«Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, (...)»
(Jean-Paul Sartre, La náusea)

Los cambios suceden, de una forma u otra. Yo siempre digo que es que 'algo' que has vivido, que has leído, que alguien ha compartido contigo. Algo que te da una nueva idea. O cambia una anteriormente concebida.
Por eso a veces se tiene miedo a vivir, quiero decir a vivir la vida. Porqué temes que algo que hagas te vaya a cambiar. Temes ese cambio por ser desconocido. Porqué puede no gustarle a la persona que ahora mismo eres. Porqué lo conocido da estabilidad, y la estabilidad implica la inexistencia de cambios (Un mundo feliz, de Aldous Huxley). Tenemos miedo de que ese cambio no nos guste o nos conduzca a perder algo o alguien (una amistad, no se puede poseer ni perder a ninguna persona, a nadie).