jueves, 23 de junio de 2011

Experiencias soñadas, recuerdos de humo

Había imaginado miles de situaciones. Soñaba con ellas a todas horas. Y como no podía ser de otro modo, juegos de luces y sombras, fundidas en neblinas, siempre estaban presentes. 

Pero todas ellas imaginadas. Todas ellas soñadas. Todas ellas irreales. Y ahora acababa de darse cuenta de que aunque las viviera, aunque dejaran de ser ensoñaciones difusas para convertirse en imágenes reales, en experiencias concretas y llenas de detalles, nunca llegaría a apreciarlas y a verlas con la misma claridad áurea de la que imaginaba. Podía vivirlas, pero nunca dejaría de creer imposible que las viera con sus propios ojos, que las sintiera en su propia piel, que la rodearan por completo evidenciando lo insignificante que es y lo afortunada de estar en una situación ilusoria, vetada, casi prohibida.

No dejaba de soñar e imaginarse en un tejado. No dejaba de imaginarse caminando por los estrechos callejones de alguna antigua ciudad, de un antiguo barrio en el que todavía no había reparado por su ligadura a la realidad. Por ese contrato que nunca firmó pero inquebrantable. Nunca se sentiría caminando por entre las brumas aunque estuviera perdida en medio de ellas en la realidad. Nunca estaría en lo alto de un cerro viendo asomar el Sol por detrás de un pueblo o de una ciudad.

En la realidad todo era diferente, todo era demasiado extraño, demasiado real.
Siempre le quedaría un extraño regusto en el recuerdo. Nunca sabría cómo manejar esa situación soñada e ilusoria. Nunca sería capaz de otorgarle un desenlace apropiado, o uno cualquiera. Y en consecuencia, vagaría deshilachado en la memoria, un recuerdo extraño, real a la vez que irreal. Que se va confundiendo poco a poco con todo lo demás. Que se va perdiendo silenciosamente haya o no alguien contemplándolo, guardándolo.

viernes, 10 de junio de 2011

Miedos reales

- ¿Y nada te da miedo?
- Sí, claro, como a todo el mundo. Pero la mayoría de veces el miedo no viene de fuera sino de dentro.
- ¿Cómo? ¿A qué te refieres? ¿Cómo no puede deberse a lo que sucede a tu alrededor?
- Lo que no sé es si se debe o no, pero creo saber que viene de dentro.
- Siempre liándolo todo... Nunca cambiarás me parece a mí.
- Tal vez no, ¿quién sabe?
- Bueno, dime, ¿qué es eso que te da miedo y "viene de dentro"?
- No me da miedo, me aterra. Me aterra darme cuenta de que la vida -o al menos la mía- no es lineal sino cíclica. Esa es una idea que sinceramente, me aterra.