Marzo de 2012
«Esa misma
tarde había pensado en descolgar, marcar, esperar a que contestara y decir “Hola,
encanto, tengo demasiadas cervezas para mí sola, ¿me ayudas?” Pero no hice
nada.
»Esa noche
aún era pronto. Pensaba suplicarle. Pero no contestó. No contestó ni la primera
ni la cuarta vez que le llamé.
»Todavía
tenía el estómago delicado y los doctores no me hubieran dejado beber cerveza
pero ahora ya ni siquiera me apetecía. Todo aquello que puedes querer se supone
que termina por matarte. Bueno… la vida en sí misma es muerte así que, sinceramente,
me daban igual los doctores y sus estúpidas recomendaciones. Esas que nadie
sigue.
»A veces
pienso que todo fin conlleva un proceso. A veces prefiero pensar que el proceso
mismo es el propio fin. Creo que era Dostoievski en algún lugar entre sus
Apuntes del subsuelo que decía que alargamos al máximo el proceso, incluso lo
entorpecemos nosotros mismos porqué realmente tememos que al alcanzar el fin,
nuestra existencia pierda su sentido original.»