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sábado, 14 de mayo de 2011

Muros de contención y recuerdos manipulados

Jueves 12 de mayo de 2011
«Ya no se sentía a gusto en casi ninguna parte. ¿Ya? ¿Acaso alguna vez se había sentido a gusto donde fuera? Desde luego, si alguna vez llegó a sentirse así, ya no lo recordaba. Creía saber a qué se debía esta nueva y extraña sensación. Sentía como si hasta entonces hubiera sido una completa desconocida que se alzaba tras una máscara, para ella misma. Sentía como su vida iba deshaciéndose, un compacto y laborioso tejido conseguido a lo largo de años y años de sacrificios y esfuerzos. Pero lo que pasara afuera no importaba en absoluto. Lo importante era que había caído un muro que ella misma había construido sin darse cuenta. Y lo percibió al ver los escombros a sus pies.
Estaba asustada y confundida. Sobre todo confundida. ¿Por qué? No lograba vislumbrar ninguna respuesta, ninguna hipótesis. De hecho no conseguía nada, absolutamente nada. Ahora era como si ni siquiera fuera capaz de pensar, de dar forma a un pensamiento. Ni siquiera era capaz de formularse preguntas, preguntas que carecería de respuesta durante mucho tiempo de conseguir tomar al menos forma en su propia mente. Era una extraña. Ya no se conocía lo más mínimo. Solo algunos recuerdos se mantenían íntegros e intactos mientras la mayoría estaban distorsionados creando en su mente una terrible pesadilla conceptual de la que era difícil escapar.
Cada vez que trataba de acceder a ellos, imágenes completamente deformadas y grotescas las sustituían. Le llenaban de auténtico terror. Gritar no servía de nada. Correr o tratar de huir tampoco servía de nada. Era incapaz de arrancar esos pensamientos corrosivos de su cabeza, no podía dejar la mente en blanco o pensar en cualquier otra cosa. No podía hacer nada. Trataba de resistirse pero los pensamientos resultaban igualmente devastadores y cuando caía agotada quedaba completamente a merced de esos nuevos y extraños recuerdos que habían ocupado el puesto de los antiguos. A veces trataba de enfrentarse a ellos pero siempre perdía la batalla viéndolos pasar una y otra vez por su cabeza y sonidos aterradores y estridentes sonaban con más fuerza y con mayor frecuencia. Otras veces apenas llegaban las extrañas imágenes se rendía a ellas deseando que todo sucediera lo más rápido posible. Cuando llevaban un rato ya atormentándola, rompía a llorar en un ahogado y silencioso sollozo. Abrazándose a ella misma, creyendo que así se protegería más y mejor de los desconcertantes ataques. A veces cuando trataba de resistirse a ellos cerraba con fuerza los ojos y se agarraba la cabeza con ambas manos. Otras veces, siempre que tenía los ojos abiertos, la expresión de su cara era aterradora, abría muchísimo los ojos, parecían salírseles de las cuencas y tenía todo el rostro muy tenso. Las manos, siempre que no estaba agarrándose la cabeza con fuerza, las tenía cerradas en puños, siempre. Solo conseguía abrirlas cuando se cogía la cabeza presa de la desesperación y muy de vez en cuando.
No recordaba la última vez que se había acercado a su propia cama. Siempre estaba tratándose de ocultar, encogida en los rincones, en el sillón o en el diván. Sólo dormía cuando caía inconsciente por el agotamiento tras revivir una y otra vez recuerdos que nunca hasta entonces habían existido. Y cuando caía rendida lo hacía en algún rincón, abrazándose las rodillas, encogiéndose cuanto podía. O ovillada en el suelo, cogiendo sus rodillas, temblando de miedo o terror, presa de espasmos que no podía controlar y que a veces ni siquiera sentía como propios.
Ahora estaba en un rincón, con la respiración agitada y temblando de vez en cuando. De vez en cuando se le escapaban sonidos que brotaban por su garganta desde los pulmones, agitados irremediablemente por espasmos incontrolables. Seguía abrazada a sí misma, con la cabeza gacha y oculta por su pelo ondulado, tratando de ocupar el menor espacio posible, como si consiguiéndolo lograra borrarse del mapa de los recuerdos deformados y las visiones aterradoras que le perseguían y acechaban en todo momento. Aguardando con impaciencia su momento, el momento en el que desfilarían por su mente mofándose con risas estridentes y más sonidos que jamás había considerado posibles.»

sábado, 16 de abril de 2011

Fe, ideales, Libertad, Revolución, organización, autocensura y fracaso

¿De dónde sale la fe? Naturalmente, no es innata... Una persona cualquiera no tiene fe porqué sí. Una persona cualquiera tiene fe porqué sus compañeros (o mejor dicho, sus seres allegados, su familia) así se lo inculca. Una persona tiene fe porqué no tiene motivos para no tenerla. Cuando se trata, como siempre, de niños pequeños y maleables, no les cuesta trabajo el creer en hadas y duendes, en Dios o en “valores universales” como la Igualdad, el Bien, la Justicia, o incluso el Mal. Si no se destruye de alguna forma esa “fe”, permanece durante tiempo. Y los niños se convierten en adultos, en adultos que creen en hadas y duendes, en adultos que creen en Dios o en adultos que creen en valores universales como son la Justicia, la Igualdad, el Bien y el Mal.
Sin embargo, esta es la realidad: una realidad en la que no tienen cabida ni jamás la encontrarán ni hadas ni duendes, no se encontrará ningún Dios, no se encontrará Igualdad, no se encontrará Justicia, no se encontrará el Bien ni el Mal. Y lo que es todavía más desesperante que cualquier otra cosa, no hay Libertad.
De la Libertad no puede existir otra cosa que su fe. Y yo me pregunto, ¿por qué diablos miles y miles de personas tienen fe en cosas tan absurdas como un Dios? ¿por qué no pueden tener fe en la Libertad? ¿Por qué diablos no se lucha por la Libertad si se ha luchado por ideales como Dios, se ha luchado, se ha matado a miles y miles de personas, miles y miles de personas han matado solo por “defender al verdadero Dios” cuando sencillamente no hay ninguno?
Lo que es cierto es que si no hay Igualdad, no puede haber Libertad, pues Libertad en desigualdad es una soberana estupidez. Si no hay igualdad real, no habrá libertad. El plan B sería la creación de nuevos conceptos reales y efectivos, no como la Libertad que no causa más que daños. Entraríamos en algo así como un atentado moral, en una inmoralidad impermisible, en teoría, pues las inmoralidades también impermisibles son aplaudidas por los poderosos, o sería mejor decir por los payasos. Ellos deberían demostrar quienes son realmente, me exaspera y me crispa es la insultante pasividad del pueblo. No quiere saber nada de nada. No quiere luchar, no quiere comprometerse. Por eso es el propio pueblo, títere de los poderosos, de los payasos,el que lucha por eliminar la inmoralidad de aquellos que atentan contra la moral dictada por verdaderos dictadores y represores, por los otros inmoralistas. Los llamados con desprecio revolucionarios son inmoralistas que actúan contra la verdadera inmoralidad. Es peor vivir así, como una moral uniforme, autómata, conformista; que ser inmoralista y revelarse contra ella.
Desgraciadamente, la victoria de la revolución pasa por la organización. Y la organización implica la renuncia a ideales, por eso el “desgraciadamente”. Porqué para conseguir un sueño puede que tengamos que renunciar al resto. Porqué entonces no seremos víctimas de los dictadores disfrazados de poderosos payasos. Entonces no será ellos quienes nos amordacen y nos coloquen grilletes y cadenas, no serán ellos los que maten nuestros ideales e incluso a nosotros mismos, no serán ellos los que censuren. Seremos nosotros mismos los que debamos amordazarnos con el fin de callar, seremos nosotros los que nos colocaremos grilletes y cadenas con el fin de dejar de actuar, dejar de luchar. Seremos nosotros mismos los que matemos nuestros propios ideales, seremos nosotros mismos los que decidamos darnos muerte matando nuestro espíritu. Estaremos obligados a sacrificarnos por el pueblo, por un pueblo que nos despreciará por perturbar su tranquilidad. Seremos nosotros mismos los que nos despreciemos por habernos fallado, por habernos rendido, por habernos entregado y haber acallado nuestras propias reivindicaciones. Los que sobrevivan a ello no serán en absoluto como deberían ser y decían ser.
La Revolución solo puede triunfar si nos sacrificamos por ella y además se renueva constantemente. Los que la comenzaron morirán pronto, muy pronto. Tal vez no mueran las personas, pero morirán sus ideales, los ideales que defendemos, o morirá la fuerza con al que los defendemos. Es necesario renovar a los revolucionarios, renovar a aquellos que defienden los ideales revolucionarios, renovar las fuerzas. O si no es así, la Revolución morirá joven.

martes, 14 de septiembre de 2010

¡Atención! ¡Está pasando!

Martes 6 de julio de 2010

«Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos» (Jean-Paul Sartre; La náusea)

¿Acaso no es cierto? Siempre están pasando cosas, la mayoría, la inmensa mayoría insignificantes, pero cuando pasa algo realmente digno de mención lo hace entre otras muchas cosas insignificantes. Por eso no lo solemos ver. Y por eso mismo, a veces le damos demasiada importancia a lo que vemos que realmente, no significa nada. Para conseguir ver lo realmente relevante, es neesario saber cómo verlo. ¿Cómo se puede ver? Esa es una pregunta para la que todavía no he encontrado una clara respuesta. No por ello, por no saber exactamente cómo verlo, hay que dejarse abatir, hay que seguir intentándolo, poniéndo empeño, aun haciéndolo a ciegas, sin conocimiento certero alguno.

Cambios: afrontarlos o aterrarse

Martes 6 de julio de 2010

Algo cambia dentro de uno mismo. ¿O sea tal vez algo de fuera, lo que ha mutado? ¿O es que es que algún cambio exterior ha producido otro cambio, éste último dentro del individuo?

«Por ejemplo, en mis manos hay algo nuevo, cierta manera de coger la pipa o el tenedor. O es el tenedor el que ahora tiene cierta manera de hacerse coger, no sé» (Jean-Paul Sartre, La náusea)


«Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, (...)»
(Jean-Paul Sartre, La náusea)

Los cambios suceden, de una forma u otra. Yo siempre digo que es que 'algo' que has vivido, que has leído, que alguien ha compartido contigo. Algo que te da una nueva idea. O cambia una anteriormente concebida.
Por eso a veces se tiene miedo a vivir, quiero decir a vivir la vida. Porqué temes que algo que hagas te vaya a cambiar. Temes ese cambio por ser desconocido. Porqué puede no gustarle a la persona que ahora mismo eres. Porqué lo conocido da estabilidad, y la estabilidad implica la inexistencia de cambios (Un mundo feliz, de Aldous Huxley). Tenemos miedo de que ese cambio no nos guste o nos conduzca a perder algo o alguien (una amistad, no se puede poseer ni perder a ninguna persona, a nadie).

miércoles, 4 de agosto de 2010

Inestabilidad, cambio, evolución

Martes 6 de julio de 2010

Cuando está la búsqueda de la verdad, de la realidad verdadera, cuando de por medio está el conocimiento y como meta -la adquisición, por supuesto-, de nuevos conocimientos, la lectura; el cambio es algo inevitable. Sólo el ser es inmutable cuando éste vive felizmente en la ignorancia. Los que saben y, es más, aquellos que quieren saber, renuncian a la seguridad que proporciona la ignorancia, que es justificación de todos y cada uno de los actos llevados a cabo, repetitivos porqué no hay cambios.
Cuando hay estabilidad, no hay cambios. Nadie se preocupa en absoluto por la búsqueda de un conocimiento que es totalmente innecesario. ¿Cómo va a haber cambio alguno si todo es perfecto, si no hay inestabilidad? Es dentro de la inestabilidad cuando el individuo puede tomar conciencia de lo que él mismo supone y, entonces, desarrollarse, evolucionar, CONOCER. Porqué no se puede pensar en el futuro cuando no se conoce nada del pasado. Los hilos que manejaron el puente a la perdición, a la guerra. Porqué son en periodos de inestabilidad cuando los límites desaparecen, cuando la propia expresión, sin tapujos ni límites, tiene lugar. Es entonces cuando la persona indicada puede posar su atención en ti. Pero también la persona menos indicada, aquella a la cual tus ideas no deberían llegar con el fin de la preservación bien propia -de tí y tus ideas- o de algo mucho más general, mucho más global. ¿Acaso Nietzsche no fue empleado como escudo, como escusa, como pretexto, como justificación, por Hitler?
Pero de la misma forma se puede llegar a la persona o las personas indicadas: a los profesores y a los estudiantes. Es su mente, o su corazón para algunos, lo que debemos alcanzar si deseamos que el cambio sea fructífero, que se lleve a cabo. Porqué sin ellos, que suponen los cimientos del futuro más próximo, del presente, no se puede cambiar nada, no se puede cambiar la sociedad. No sólo hay que despertar el pensamiento, el juicio, la independencia, la libertad ganada (no regalada) de los individuos, hay que cambiar la sociedad. Porqué parece como si grupo de individuos y sociedad no fuera lo mismo. La sociedad está terriblemente condicionada por todo aquello viejo, tradicional, subdesarrollado de alguna u otra forma, carente sencillamente de evolución y desarrollo. La sociedad representa enormes carencias sociales. ¿Una paradoja? Sólo una realidad. Una gran máscara de conveniencia, acordada con el mudo desacuerdo de los individuos que conforman la sociedad. Ellos no pueden expresarlo, serían automáticamente expulsados de ella, como los que ya fueron expulsados. PUede que no sea literalmente, realmente expulsados, puede que solo sean despreciados, desprestigiados, ignorados, odiados, marginados, privados de derechos y libertades. Aunque curiosamente la vida en sociedad y todavía más aún el formar parte (expecialmente si es activa) de ella, implica una irremediable renuncia a la libertad y a los derechos no aceptados socialmente.