lunes, 27 de diciembre de 2010

Engranajes fantasmas

Se dio la vuelta. Intuía algo. Sólo estaba convencida de que algo intuía, pero no sabía qué podía ser. Tal vez no quisiera saberlo. Tal vez ya lo sabia, pero se lo negaba a ella misma una y otra vez. Sin saber cómo empezó a preguntarse por la naturaleza real de su decisión: de darse la vuelta y no mirar. Empezó a preguntarse si aquella decisión la había tomado ella o la detestable parte de ella que había sido sometida durante años y años a la voluntad de los demás. Olvidó por completo qué pasaba a su alrededor. Olvido el fin con el que actuaba. En su cabeza se estaba librando una ardiente batalla. Todo daba vueltas, muy deprisa.
No le había vuelto a pasar desde hacía tiempo. Ahora recordaba lo que aquella inepta solía decirle "La curiosidad mató al gato". Nada mejoraba. Aquello hacía empeorar peligrosamente su estado actual.

Había visto a un compañero con un libro en la mano. Estuvo durante casi dos minutos tratando de ver el título. Finalmente se lo preguntó. La respuesta fue "Un mundo feliz". Hubiera jurado que un escalofrío le recorrió toda la columna, pero no pasó. No pudo evitar recordar las noches en vela. "Está bien. Me lo leí en verano y me gustó. Te abre los ojos a lo que es la moral y tú no lo sabías. Te hace recapacitar. Sobre todo, sobre eso, tu moral."
Tal vez aquel acontecimiento fue el desencadenante de todo esto.

Sabía que no lo averiguaría. Quería echar a correr.
No se levantó de la silla.

lunes, 20 de diciembre de 2010

Tres, Dos, Uno, ¡Fuego!

Sábado 11 de diciembre de 2010

«La chica que desde niña había crecido como una princesita echó el que seguramente sería el el último vistazo a su habitación, bueno, al cuarto donde había vivido durante años.

Desde pequeña papá y mamá le dieron todo lo que había pedido y le dieron también todo lo que hubiera pedido cualquier niño caprichoso en su lugar. Juguetes, ropa, caprichos, cualquier cosa. Como tenían dinero , papá y mamá consideraron que la formación académica era simplemente un cero a la izquierda. Ni servía para nada ni llevaba a ningún sitio. Así que papá y mamá llevaron a la niña a una escuela donde, pasado el periodo obligatorio, la niña no hubiera aprendido ninguna de esas materias inútiles y banales que el Gobierno, que ni tiene hijos ni sabe cómo educarlos, consideraba necesarias. Matemáticas, castellano, música, geografía y naturales, ¿para qué? No sirven para nada. Es mejor enseñarle maneras, buenas maneras desde pequeña. Una buena mujer debe saber cómo vestirse, cómo tratar a la gente y cómo comer, no dónde se encuentra esta o aquella ciudad. Una buena mujer debía ser encantadora y útil para su marido, es decir causar una buena impresión. Una buena mujer debía saber cómo y cuándo sacarle el mejor partido a su cuerpo. Una buena mujer debía ser sumisa y no cuestionar a sus padres ni a su marido, ni a nadie que esté por encima de ella. Solo le está permitido contradecir a los de clases inferiores o incluso discutir acerca de cosas banales y sinsentido con otras buenas mujeres de su mismo calibre. Es por esto por lo que de niña le enseñaron a no pensar y a ser sumisa y a comportarse como era debido. Cuando alcanzó la preadolescencia su formación se centró entorno a su cuerpo.

La niña que desde pequeña había crecido como una princesa, se reveló contra sus progenitores, como es natural. Y como la pequeña princesita de mamá y de papá no era tonta, empleó todo lo que mamá y papá veneraban en su contra. Empezó a sacarle el mejor partido posible a su cuerpo de tal forma que con apenas trece años tenía mucha más experiencia con los hombres que la que papá hubiera reconocido tener con las mujeres. Esto era algo sabido por todos, pero no se confirmó nunca porqué afirmarlo no era digno de señoritas de su clase. Así es como la pequeña princesita se convirtió en una meretriz solo para revelarse contra sus padres, a la edad de apenas quince años.

A los diecisiete y tras conseguir el dinero suficiente para procurarse una muy buena y ostentosa vida, obtenido de muy diversas formas; prendió fuego a la casa familiar, con papá y mamá dentro. Para hacerles sufrir les salvó del humo, que les hubiera dejado inconsciente y les entregó al infierno de las llamas para después dejarles salir moribundos.

Ahora papá y mamá estaban en el hospital y la princesita convertida en meretriz, observaba lo que había sido pasto de las llamas con una sonrisa extraña y una sensación mezcla de placer, excitación y satisfacción que ninguno de sus cientos de orgasmos le habían proporcionado.»

domingo, 5 de diciembre de 2010

La responsabilidad de reflexionar

- Cállate, maldita sea.
- Eso es lo que a ti te gustaría. Que todo se parase, que todo se detuviera, ¿no es cierto? Asúmelo de una vez, no puedes evitarlo. No puedes huir de ti misma ni de tu propio pensamiento. Nunca podrás conseguir lo que te propones.
- ¿Crees que no lo sé? Claro que es una estupidez tratar de conseguir lo que quiero, dejar de pensar, apartarme de este maldito mundo, de este maldito agujero, de este lamentable hoyo de asco y miseria. Claro que sé que nunca podré dejar de ser lo que soy, ni de dejar de hacer lo que hago, lo que he luchado por conseguir: pensar.
- ¿Por qué quieres ir en contra de tus principios? ¿Por qué quieres dejar de pensar?
- No quiero dejarlo de lado, no completamente, ni tirar todo lo que he conseguido por la borda. Solo es que, a veces, necesito un descanso. Se suele hacer insoportable. ¿Nunca has tenido la sensación de que aquello en lo que estás pensado, no está bien definido ni siquiera en tu mente? Y que para colmo, alguien te pide explicaciones, eres incapaz de explicarlo. No sabes por donde empezar, ni como continuar, no estás completamente segura absolutamente de nada. Te sientes agotada, mentalmente. No puedes dejar de pensar, e intentas dejar de hacerlo, pero es imposible. Es un proceso casi inconsciente. Y cuando comienzas a vislumbrar lo que parece una idea, o algo, la respuesta a una cuestión, a una duda, a un planteamiento; aparecen nuevas cuestiones, nuevas dudas, nuevos planteamientos, a raiz de la todavía no conclusión del primero. No sé si podré aguantar así mucho más. No sé que hacer ya. No sé hasta donde seré capaz de llegar. Esto me resulta demasiado grande, y tengo la sensación de que nunca daré la talla. Pero no puedo dejar de hacerlo, es como una droga. Causa extasis y me va destruyendo en cierto modo, pero no puedo dejarla, es una nueva forma de vida. Algo sin lo que mi vida no tendría sentido alguno, algo por lo que he estado luchando, algo por lo que no pienso tirar la toalla. Es parte de mi, sin lo que no soy nada ni nadie. Si desaparece de mi vida, desapareceré yo al mismo tiempo. Por eso, quiero dejar constancia de todo lo que pueda alcanzar, es un deber que acepté cuando todo comenzó. Cuando no sabía nada, y todavía hoy apenas si se algo.

miércoles, 22 de septiembre de 2010

La ética de la televisión, nuestra moral

Viernes 9 de julio de 2010

Es innato el conocimiento del bien y del mal o es, por el contrario, de la misma forma que se amaestra, más correctamente, de la misma forma se domestica, a los perros, por asociación, quiero decir. Tal vez por incuestionable influencia de la televisión, esa niñera gratuita que casi todos los padres (aunque lo nieguen) han dejado a cargo del cuidado y educación de sus hijos. La mía es una generación domesticada y moralizada po rlo que esa caja brillante y palpitante mostraba, muestra y seguirá mostrando.
Son sus modelos, sus estereotipos, sus aspiraciones, los que persiguen seguro, todos -o la inmensa mayoría- de los niños y no tan niños, jóvenes y adolescentes que en teoría son plenamente poseedores de conciencia de sus propios actos. Unos actos calcados al milímetro de sus personajes televisivos, de sus ídolos, una lucha por ver quien imita más fielmente a esos estereotipos hipócritas, y sus formas de vida, por ver quien los "conoce" mejor (es decir, que no pierde ninguno de los minutos de emisión).
Como he dicho, esto afecta más a la infancia que nos ocupa, pero son esos adolescentes, por cierto de dudosas facultades intelectuales, aunque no por ello inhumanos, también son personas.; en los que vemos el efecto de la esta extendida práctica 'educativa'.

¿Problemas? Cierra los ojos

Jueves 8 de julio de 2010

Resulta ciertamente irónico que quien suele presentar los consejos, las instrucciones para salir de una determinada situación (desagradable, por supuesto) se niegue a seguirlos. A pesar de conocer con seguridad que huyendo y negando la existencia de problemas, no pasa a una mejor situación. Para conseguir el fin general, hay que solucionar y poner fin a los problemas que acontecen. Pero me niego a ver el problema evidente. Trato en vano de conseguir aquello que quiero arrastrando tras de mí (en realidad está delante, porqué no me deja avanzar) todo estorbo torpezado, encontrado, topado mejor dicho.

La falta de contacto social

Jueves 8 de julio de 2010

La falta de contacto social hace mella en la persona (...). Siempre la hace pero ingenuos e ignorantes de nosotros actuamos como ciegos que ni reconocen ni quieren reconocerlo. Eso nos convierte en otros seres. Unos seres que nosotros mismos despreciamos. Nos convierten en seres repelentes, que huyen del detestable conjunto, del colectivo mientras ansían no alejarse, mientras dicen mantenerse unidos inquebrantablemente a él. Por eso a la mínima oportunidad tratamos de mostrar nuestros nuevos conocimientos adquiridos aunque sea, ante la más terca de las mulas del grupo, ante el menos apto de los seres que nos rodean. Es estúpido y lo sabemos, pero somos débiles y nos dejamos superar. No sabemos aguantar, mantenernos.
Sólo cabe esperar, desear, incluso aventuraría rezar, que este detestable estado sea pasajero. Y pase cuanto antes. Porqué una vida así sólo puede ser desdichada e infeliz, de ahí, en aumento. No cabe esperar nada más. Además da la sensación de que, al no hacer ver la luz al menos apto de los seres humanos, de que hayamos perdido todas nuestras facultades comunicativas.

martes, 21 de septiembre de 2010

Ahogo y desasosiego

Miércoles 7 de julio de 2010

Conozco bien esa sensación. Es como si todo, absolutamente todo transcurriera insultantemente despacio. Es como si todo y todos lo hicieran a propósito, burlándose de ti. Eso para ver cómo te sientes, para verte atrapado en un mundo que transcurre a cámara lenta, recordándote que no perteneces a ese mundo, que no debería pertenecer a él y que, por lo tanto, no podrás cambiarlo, porqué no eres parte de él, no eres parte de nada. Pero te revelas, no puedes er excluido a menos que lo decidas tú mismo. Pero sólo recibes como carcajadas, nada está dispuesto a cooperar.
Quieren que seas tú quien ponga el punto final, para ellos quedar como la perte benefactora, la que nunca hizo nada malo, la que siguió apoyándote y luchando por ti, junto a ti, a tu lado. Eso quiere demostrarte que sigues y seguirás necesitándole, siempre. Pero nunca lo conseguirás. Con esa situación te hacen sentir como un bufón, sientes que se mofan de tí, sea quien sea, pero realmente nadie se está mofando, porqué realmente no hay nadie. Puede que te ignoren o puede que se encuentren en tu misma situación, o quien sabe. El caso es que una situación inducida, para que te sientas así, puede que en la psique esté la clave, pero no lo puedes saber. Porqué si lo supieras dejaría de ser su inofensiva víctima. Y entonces, si lo conocieras te podrías defender ante el disgusto, el asco y el desasosiego que todo eso te provoca. Todo lo que quiera que te hace sentir así, o quien quiera que sea, no quiere alcanzar ese fin de cierta fortaleza personal, para nada. Quieren que te sientas desdichado, no, peor; quiere que hagas por él su trabajo. Si ninguno de ambos quiere que sigáis relacionados, él hará todo lo posible por no mancharse las manos, por cederte el puesto nefasto.

domingo, 19 de septiembre de 2010

Despreciado por lo infravalorado

Martes 6 de julio de 2010

«Los objetos no deberían tocar, puesto que no viven. Uno los usa, los pone en su sitio, vive entre ellos; son útiles, nada más. Ya mí me tocan; es insoportable. Tengo miedo de entrar en contacto con ellos como si fueran animales vivos»

«¡Qué desagradable era! Y procedía del guijarro, estoy seguro: pasaba del guijarro a mis manos. Sí, es eso; una especie de náusea en las manos.»

(Jean-Paul Sartre, La náusea)


Para la gente "normal", para los "socialmente adaptados", los objetos no son más que eso; objetos. No suponen nada en absoluto, son sencillos e inertes, herramientas, algo útil. Él, en cambio (socialmente inadaptado de alguna forma, ajeno al colectivo, sin posibilidad alguna de retornar a él), los objetos tienen como vida, conciencia propia. Son capaces de negarse a ser alzados o producir asco. Se siente como si fuera un ser subordinado a los más absurdos objetos, despreciado por un guijarro y una hoja de papel, por lo más insignificante imaginable. Es una situación como poco insultante la que le brindan los objetos. Imagina, cómo tendrá que ser la que le brinda la sociedad, el resto de hombres. No existen palabras para expresar la desolación que produciría.

Regreso imposible

Martes 6 de julio de 2010

«También ellos necesitan juntarse para existir.»

(...)

«Nunca he rechazado estas emociones inofensivas; al contrario. Para sentirlas basta estar un poquito solo, justo lo necesario para desembarazarse de la verosimilitud en el momento oportuno. Pero me quedaba cercad e las gentes, en la superficie de la soledad, decidido a refugiarme, en caso de alarma, en medio de ellas; en el fondo era, hasta entonces, un aficionado.»

Una vez uno se recluye en la soledad, decide dejar de pertenecer a la sociedad, el colectivo social al que debería pertenecer, no sólo es él quien se marcha. Es al mismo tiempo la sociedad la que le niega la posibilidad de reinserción en ésta. Aquel que renuncia a pertenecer a la sociedad, no tendrá la oportunidad de enmendar su error, no podrá recuperar su anterior nivel social, su anterior estatus social, nunca jamás.

martes, 14 de septiembre de 2010

¡Atención! ¡Está pasando!

Martes 6 de julio de 2010

«Debo estar siempre preparado, o se me escurrirá una vez más entre los dedos» (Jean-Paul Sartre; La náusea)

¿Acaso no es cierto? Siempre están pasando cosas, la mayoría, la inmensa mayoría insignificantes, pero cuando pasa algo realmente digno de mención lo hace entre otras muchas cosas insignificantes. Por eso no lo solemos ver. Y por eso mismo, a veces le damos demasiada importancia a lo que vemos que realmente, no significa nada. Para conseguir ver lo realmente relevante, es neesario saber cómo verlo. ¿Cómo se puede ver? Esa es una pregunta para la que todavía no he encontrado una clara respuesta. No por ello, por no saber exactamente cómo verlo, hay que dejarse abatir, hay que seguir intentándolo, poniéndo empeño, aun haciéndolo a ciegas, sin conocimiento certero alguno.

Cambios: afrontarlos o aterrarse

Martes 6 de julio de 2010

Algo cambia dentro de uno mismo. ¿O sea tal vez algo de fuera, lo que ha mutado? ¿O es que es que algún cambio exterior ha producido otro cambio, éste último dentro del individuo?

«Por ejemplo, en mis manos hay algo nuevo, cierta manera de coger la pipa o el tenedor. O es el tenedor el que ahora tiene cierta manera de hacerse coger, no sé» (Jean-Paul Sartre, La náusea)


«Algo me ha sucedido, no puedo seguir dudándolo. Vino como una enfermedad, (...)»
(Jean-Paul Sartre, La náusea)

Los cambios suceden, de una forma u otra. Yo siempre digo que es que 'algo' que has vivido, que has leído, que alguien ha compartido contigo. Algo que te da una nueva idea. O cambia una anteriormente concebida.
Por eso a veces se tiene miedo a vivir, quiero decir a vivir la vida. Porqué temes que algo que hagas te vaya a cambiar. Temes ese cambio por ser desconocido. Porqué puede no gustarle a la persona que ahora mismo eres. Porqué lo conocido da estabilidad, y la estabilidad implica la inexistencia de cambios (Un mundo feliz, de Aldous Huxley). Tenemos miedo de que ese cambio no nos guste o nos conduzca a perder algo o alguien (una amistad, no se puede poseer ni perder a ninguna persona, a nadie).

miércoles, 4 de agosto de 2010

Inestabilidad, cambio, evolución

Martes 6 de julio de 2010

Cuando está la búsqueda de la verdad, de la realidad verdadera, cuando de por medio está el conocimiento y como meta -la adquisición, por supuesto-, de nuevos conocimientos, la lectura; el cambio es algo inevitable. Sólo el ser es inmutable cuando éste vive felizmente en la ignorancia. Los que saben y, es más, aquellos que quieren saber, renuncian a la seguridad que proporciona la ignorancia, que es justificación de todos y cada uno de los actos llevados a cabo, repetitivos porqué no hay cambios.
Cuando hay estabilidad, no hay cambios. Nadie se preocupa en absoluto por la búsqueda de un conocimiento que es totalmente innecesario. ¿Cómo va a haber cambio alguno si todo es perfecto, si no hay inestabilidad? Es dentro de la inestabilidad cuando el individuo puede tomar conciencia de lo que él mismo supone y, entonces, desarrollarse, evolucionar, CONOCER. Porqué no se puede pensar en el futuro cuando no se conoce nada del pasado. Los hilos que manejaron el puente a la perdición, a la guerra. Porqué son en periodos de inestabilidad cuando los límites desaparecen, cuando la propia expresión, sin tapujos ni límites, tiene lugar. Es entonces cuando la persona indicada puede posar su atención en ti. Pero también la persona menos indicada, aquella a la cual tus ideas no deberían llegar con el fin de la preservación bien propia -de tí y tus ideas- o de algo mucho más general, mucho más global. ¿Acaso Nietzsche no fue empleado como escudo, como escusa, como pretexto, como justificación, por Hitler?
Pero de la misma forma se puede llegar a la persona o las personas indicadas: a los profesores y a los estudiantes. Es su mente, o su corazón para algunos, lo que debemos alcanzar si deseamos que el cambio sea fructífero, que se lleve a cabo. Porqué sin ellos, que suponen los cimientos del futuro más próximo, del presente, no se puede cambiar nada, no se puede cambiar la sociedad. No sólo hay que despertar el pensamiento, el juicio, la independencia, la libertad ganada (no regalada) de los individuos, hay que cambiar la sociedad. Porqué parece como si grupo de individuos y sociedad no fuera lo mismo. La sociedad está terriblemente condicionada por todo aquello viejo, tradicional, subdesarrollado de alguna u otra forma, carente sencillamente de evolución y desarrollo. La sociedad representa enormes carencias sociales. ¿Una paradoja? Sólo una realidad. Una gran máscara de conveniencia, acordada con el mudo desacuerdo de los individuos que conforman la sociedad. Ellos no pueden expresarlo, serían automáticamente expulsados de ella, como los que ya fueron expulsados. PUede que no sea literalmente, realmente expulsados, puede que solo sean despreciados, desprestigiados, ignorados, odiados, marginados, privados de derechos y libertades. Aunque curiosamente la vida en sociedad y todavía más aún el formar parte (expecialmente si es activa) de ella, implica una irremediable renuncia a la libertad y a los derechos no aceptados socialmente.

Independencia

Martes 29 de junio de 2010 (-Berlín)

Para ciertas personas, desgraciadamente, la falta de independencia supone no solo una incomodidad, una carga. La dependencia supone para ellos una verdadera prisión. La sociedad se basa en la dependencia. Si no hubiera dependencia, no habría ninguna necesidad de establecer una sociedad determinada o cualquiera. La independencia individual tendría suerte de ser calificada como utopía. Y la independencia colectiva, si se alcanza, deriva sin lugar a dudas en un error. El mayor grado de independencia al que un individuo puede siquiera aspirar, es insultante, especialmente hoy en día, en la era tecnológica.
El pensamiento no puede transmitirse al no ser que pensamiento individual (de un individuo concreto) coincida en algún momento (no necesariamente en el mismo momento, puede pasar siglos hasta que se dé este momento) coincida -elpensamiento individual- con los principios y/o valores adquiridos por la sociedad o una parte importante de ella y, por supuesto, cuando son ambos compartidos.
Son los grilletes que se encuentran en los engranajes de la sociedad, los que impiden la independencia del individuo.
Pero el pensamiento del hombre (del ser humano) puede tratar de ser independiente del social, aunque sin embargo, siempre que crezca rodeado de similares, de más personas, adquirirá consciente e inconscientemente valores de los que dificilmente se pueda desprender, eso en el supuesto caso de que pueda hacerlo. Por lo que el pensamiento, aunque sea calificado de manipulado desde un principio por esta transmisión y adquisición de valores.
Por lo que dada la imposibilidad de un pensamineto completamente independiente e individual, entendemnos como concepto de pensamiento independiente, el más cercano a éste, sin llegar a alcanzarlo nunca.
No por ello, por su inexistencia, debe cesar la lucha por su adquisición. Se debe lucahr por la mayor independencia posible de nuestro pensamiento como individuos.

sábado, 10 de julio de 2010

Revelarse, confirmarlo

Viernes 18 de junio de 2010

El que nos enfrentemos de cierto modo, que nos manifestemos en contra del mundo, de la sociedad, sólo consigue frustramos más reafirmando que pertenecemos a ella, pase lo qeu pase. El que estemos en desacuerdo con la sociedad no es más que un lastioso quejido. Sin embargo resignarse y callar a pesar de la disconformidad, no es la solución.

martes, 22 de junio de 2010

La esperanza y otras trampas

Martes 15 de junio de 2010

Vivir nuestra vida si la basamos en una ilusión, en una creencia, en una interpretación errónea de la realidad, en definitiva en algo irreal, lo que conseguimos es mermar las posibilidades de felicidad real, obsesionándonos con esa ilusión. El deseo de algo, el deseo de una impresión determinada, puede conducir -de hecho lo hace- a una percepción distorsionada de la realidad, a que bien nuestros sentidos captan la información procedente del exterior de forma equívoca, o bien a que la información recibida en nuestro cerebro sea la correcta pero, su interpretación errónea.
Son estas falsas pruebas del mundo real las que convierten nuestra vida, una vida real, en una vida también real pero bajo el objetivo, las aspiraciones irreales. Por lo que vivimos nuestra propia vida real en un mundo irreal dentro de la realidad misma. Es esto a lo que llamamos vulgarmente esperanza. Aquello que nos va destruyendo progresivamente. Bueno, en realidad es una, digamos, pseudoevolución: creemos que estamos consiguiendo algo cuando puede que el objetivo que perseguimos nunca haya dado señales de ser tal. Pensamos en vano que vamos progresando en nuestro camino cuando lo único que hemos conseguido es destruir nuestra vida real, entregándonos a la imaginaria. Es cuando se descubre que el objetivo nunca ha dado señales de ser tal, cuando también nuestra vida imaginaria y nuestro mundo irreal son destruidos, ha desaparecido del mapa dando lugar al mundo real. Un mundo para el que, tal vez, me no estábamos preparados. ¿Qué es lo que pasa entonces? Adviertes que no tienes una vida aunque realices las funciones básica que indican vida. Pero lo que no tienes es una vida que te importe, porqué ya no es que lo hayas perdido, es que has visto que jamás había existido.
Esto puede derivar en dos situaciones. Por un lado que una vez descubierto el autoengaño tratemos de crear una vida real dentro del mundo real, pudiendo errar de la misma forma. Y por otro lado, puede llevar al suicidio. Suicidio llamémosle a dos situaciones: la primera en la que morimos (nos provocamos la muerte) y somos enterrados y, por otro lado, la segunda en la que aunque sigamos respirando y nuestro corazón bombee sangre, carecemos de vida, de vida real, porqué la imaginaria ni siquiera es vida.
Es por todo esto por lo que lo más recomendable para no dejar de tener vida, sería el no tener expectativas. Porqué son las expectativas, de igual manera que los deseos, las que nos conducen a la percepción deseada del mundo real convirtiéndolo en irreal. Lo que, al contrario de lo que puede resultar, sí que se deberían tener es algún tipo de objetivo, metas, que dependan única y exclusivamente de uno mismo porqué aquello que depende de otra persona, no tiene sentido el depositar la confianza en ello. Porqué sólo podemos responsabilizar a alguien, y ese alguien eres tú mismo, somos nosotros mismos, de conducir al fracaso un objetivo. O en conclusión, de arrebatarnos la vida.

martes, 15 de junio de 2010

Invasión

Domingo 13 de junio de 2010

¿Por qué nos afecta nuestro propio pasado? Ese pasado turbio del que nos avergonzamos o simplemente del que no nos sentimos orgullosos. Porqué seguramente se haya fallado en la técnica: el fingir desinterés, pasividad o qué hagamos entender que no nos importa ni nos afecta.
El no enfrentarse a los problemas conlleva el almacenamiento de estos en alguna parte de nuestra mente. Los dejamos allí, actuando como si no nos importaran. Pero al mismo tiempo, esos recuerdos van ocupando cada vez más espacio en nuestro consciente y en nuestro subconsciente. Nos van devorando de alguna forma por dentro, van destruyéndonos. ¿Cómo? Ocupa el puesto que deberían ocupar otros pensamientos: los nuevos y los recuerdos. La forma de actuar es similar a la de la depresión.
(Parece ser que el pasado, el presente y el futuro, los rescuerdos y los pensamientos relativos a cada uno de ellos, tienen un lugar, un puesto predeterminado en nuestra mente. La depresión ocurre cuando aquello que pertenece al pasado ocupa, invade el sitio reservado y destinado al presente. Por lo que el presente se converte en no otra cosa que el continuo ataque de nuestros recuerdos durante el día a día actual. La ansidedad es el desajuste contrario. Es decir, los pensamientos pertenecientes al futuro invaden el lugar destinado al presente. Entonces el presente se llena de la sensación de ir contrarreloj, de no ser consciente -o no tanto como deberíamos serlo- del presente, del momento que vivimos.).
El comienzo en forma de incomodidad y la negación de ésta en público y en uno mismo puede derivar, con el tiempo y con un aumento considerable del grado en que los recuerdos nos afectan, en una depresión. Por eso, no debe dejarse que un recuerdo -o varios, o muchos-, por desagradables que sean, condicionen tu presente.
La solución pasa por enfrentarse a esos recuerdos, plantear soluciones y acatarlas de forma efectiva.

domingo, 13 de junio de 2010

Títeres de la indeterminación

Domingo 13 de junio de 2010

¿La vida está regida por algo? No. El curso de tu propia vida lo eliges y decides tú mismo. Depende de tí hasta qué punto te influyen los demás. Por desgracia, todos conocemos a alguien carente de personalidad, valores, ideales y pensamientos propios, que espera que la vida u otros le conduzcan a un buen lugar. Resulta increíble que alguien sea capaz de dar por sentada semejante barbaridad, la carencia de inteligencia y autodeterminación debe ser colosal en dicha persona. Lo más curioso es que son este tipo de personas las que ponen un mayor afán en manejar la vida de sus allegados, independientemente de la negativa de éstos, por evidente que sea. Curiosamente, este tipo de casos sólo los he conocido en chicas, las cuales son manejadas a modo de títeres por sus madres o otras chicas que se denominan a ellas mismas (y son denominadas por las víctimas impersonales) como "su mejor amiga". Estas chicas carentes de personalidad, actúan creyendo que manejan ellas a sus compañeras. Es realmente interesante el grado de confusión o simple desconocimiento propio, no se conocen a ellas mismas. Cierto es también, que aun para nosotros mismos somos en cierto modo desconocidos, pero lo que se ve en estas chicas, se sale de los esquemas. Es fascinante la ceguera con la que se mueven. Realmente, un digno objeto de estudio en toda regla. Y yo me pregunto, ¿es posible destuir (psicológicamente, por supuesto) a este tipo de personas? ¿O tal vez ya no queda nada que destruir? Si fuera cierta la seunda, implicaría que realmente, estas personas tienen cierta consciencia acerca de su situacion real. En cambio si su mente estuviera completamente manejada por esa otra persona, ese titiritero, no habría nada que destruir. La víctima se habría convertido en algo como un siervo, un seguidor y protector, además de difusor y predicador del modo de pensar imprimido por el titiritero en la mente de la marioneta impersonal. ¿Acaso nunca se plantea la "buena fe" de las instrucciones de su "maestro"? ¿Nunca cuestionan ni a su manipulador ni la validez de sus pensamientos, valores e/o ideales? En tal caso, serían por definición, no aptos para el desarrollo tanto personal como intelectual, emocional, etc.
Son unos lastres para la evolución tanto intelectual como personal, y el desarrollo del colectivo social o de la sociedad. Deberían ser apartados de los ejercicios como eso, dedicados íntegramente al pensamiento y al desarrollo.
El apartar o separar a los individuos no aptos del panorama intelectual y del poder, aumentaría sin dada la competitividad y la competencia de las partes que, en efecto, sí que son aptas. A su vez, la competencia, ejerce también de filtro para determinar quienes son aquellos más aptos para el desarrollo del pensamiento. Llegando de esta forma a una sociedad en contínua evolución y progreso.

Sugestionabilidad, pérdida del control y debilidad

Para hablar de la debilidad que supone la pérdida del control de una situación para ciertas personas, he intentado informarme. Y al teclear en el buscador google.es las palabras "psicología debilidad humana" prácticamente sólo me han salido páginas católicas o cristianas en general. La primera de ellas haciendo referencia a la homosexualidad...
Necesitaré apuntes de alguna otra persona para llevar a cabo algo así. Este verano también le echaré un ojo a Freud.

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Hay un sentimiento que es el sentimiento de debilidad. ¿En qué consiste? Sientes impotencia ante una situación, no sabes qué hacer ni cómo salir de ella, tampoco sabes por donde empezar para resolver esa problemática situación. El sentimiento de debilidad, por si fuera poco, te llena de rabia, frustración y todavía más impotencia. Todo ello te impide vislumbrar siquiera el comienzo de la resolución.
El sentimiento de debilidad implica a menudo la pérdida del control de la situación, cuya combinación te causa una fuerte aversión. De forma independiente, la idea de pérdida del control también resulta casi insoportable, más bien desagradable, algo a lo que no se quiere enfrentar uno, algo que no visualiza siquiera a modo de hipótesis.
Entonces nos preguntamos ¿por qué tenemos que ser débil? Nietzsche dijo que lo que no te mata, te fortalece. Si con todo lo que ha sido vivido y todo lo que se ha superado, no se ha muerto, pero sin embargo te das cuenta de que eres débil, porqué eso es de lo que estás convencido, significa que no eres fuerte. Antes de darte cuenta de semejante hecho, habías estado convencido durante semanas, meses, años, de que eras fuerte. Ahora crees haber estado viviendo de una ilusión, una ilusión que decías tú mismo y tú mismo te la creías. Algo tan grave que te avergüenza no haberte percatado antes.
Pero aún queda una posibilidad y es que sólo vemos, sólo entendemos aquello que queremos ver. Puede que antes quisieras ver que eras fuerte. Pero puede que ahora, por influencia externa, lo que quieras creer -lo que esa influencia pretende que creas- es que te sientes débil. Es necesario no perder el control entonces, de la propia razón, y sólo a partir de ahí, ser capaz de averiguar hasta que punto somos sugestionables, porqué cuanto más sugestionables somos más débiles también somos. Una persona fuerte no se deja sugestionar. Sin embargo el equilibrio hay que hallarlo en no dejarse sugestionar, pero si en dejar que otros compartan contigo sus experiencias, lo cual te enriquece, pero sin que estas determinen en gran medida tu resolución final. Y no dejarse sugestionar, no dejarse influenciar en todos aquellos aspectos determinantes, es el primer paso para alcanzar la verdadera fuerza personal.

jueves, 10 de junio de 2010

La amistad, esa gran desconocida

Martes 1 de junio de 2010

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Por otro lado, es más fácil ser uno mismo, abrirse ante un completo desconocido que, sencillamente, te cause una especie de confianza. ¿Por qué? Tal vez sea porqué no tememos perder nada como una amistad. Así es como se hacen los verdaderos amigos. Pero sin embargo si esta persona te causa otro tipo de sentimiento como, no sé, admiración, o deseas su amistad o un favor por su parte, tenemos una tendencia potenciar aspectos propios que realmente son impropios. Por ejemplo, si a ese desconocido le gusta el alcohol, tú harás ver que también te gusta aunque sea lo que menos soportes en este mundo.
Siendo abiertos desde un primer momento llegamos a un razonamiento envidiable: los que no salen huyendo y te apoyan se han convertidos en amigos, tal vez mucho más valiosos que los que tú tenías en un primer momento. Si por el contrario, ese desconocido te rechaza, no has perdido nada demasiado valioso.
Por eso es mucho más difícil mostrarse sin tapujos ante los seres cercanos como la familia, los compañeros, los jefes, todo aquel del que temamos el rechazo. La simple posibilidad de rechazo nos aterra eclipsando las posibilidades, por grandes que sean, de aceptación.
¿No es doloroso? Si que lo es, hasta que te das cuenta de que por ejemplo ni los compañeros de trabajo, ni los familiares ni los jefes ni nadie, absolutamente nadie "cercano" está predestinado a ser un amigo. Claro está que un desconocido que se convierta en amigo, se puede convertir más adelante en alguien "cercano".
Son aquellos que un día fueron desconocidos y tras conocerte, no huyeron, los dignos de ser llamados amigos.
Cuando te das cuenta de esto es cuando puedes crecer como persona. Porqué son los amigos los que te brindan gratuitamente sus experiencias de las que aprendes. Si una persona se empeña en hacer coincidir su círculo de amistades con sus compañeros de instituto (éste es el ejemplo más claro) es difícil que se de lugar a una verdadera amistad.


¿No estáis de acuerdo?

La vida está condenada, ¿o quizás no?

Lunes 24 de mayo de 2010
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Somos insignificantes. ¿Qué somos nosotros en el universo? La raza humana está condenada a la extinción desde el momento en el que alguien vio que tenía capacidad de cuestionarse algo. Con suerte, dentro de unos cuantos millones de años, nos estudiará una especie superior. Eso en el mejor de los casos. Si esto no es más que un tablero, ¿quiénes son los jugadores? ¿Quién nos maneja a cada uno? ¿Es Dios? ¿Los Dioses? ¿O somos el pasatiempo de una especie superior? Si somos manejados, yo soy así porqué soy el reflejo de ese alguien que me maneja. Probablemente sea de una parte de él que no puede mostrar y plasma en mi. Tal vez por eso esté como estoy. Si todo fuera así, no sería tan difícil, no sé. Carecería un poco de importancia. Pero no es así. ¿Y si yo soy una herramienta de ese alguien? ¿Una enviada? Sería bonito pensar que soy especial y por lo tanto capaz de algo. No es que sea una completa inútil.
Pero es mejor no cuestinarse todo esto. Ser uno mismo su propia herramienta. Conseguir yo lo que yo quiero, y nada más. ¿Qué más da si alguien quiere lo mismo?
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Por cierto, lo de antes, algo así como que la vida seria como en la Edad Media, una transición (...) eso sería resignarse, sería estoicismo. Y si algo tengo claro es que yo estoica no soy, así que ni plantearselo otra vez.
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Y recordad las recomendaciones del principio...




¡Salud!

¿Y después? ¿Qué?

Viernes 5 de marzo de 2010
[...] Es bonito pensar que cuando alguien muere, puede seguir sabiendo qué pasa aquí abajo. Yo no sé ni qué es lo que creo. Intento consolarme con que la gente ya lo cree. ¿Con eso es suficiente? Ni siquiera pienso si hay o no hay algo después de la muerte. No quiero saberlo. ¿Cómo sería todo si supiera que no hay nada? ¿Cómo sería todo si sí que hubiera algo? ¿Es mejor no preocuparse? ¿Es que tengo miedo? ¿Y si después de la muerte lo que hay es nuestra vida, otra vez? Podría ser... ¿por qué no? Pero sería... ¿el purgatorio? ¿el infierno? Que cualquiera haga balance con su propia vida. ¿Realmente estaría dispuesto a vivirla por segunda vez? ¿Por tercera? ¿A que te destruyan una y otra y otra vez? Al fin y al cabo la vida es eso, una sucesión de construcción y destrucción de nosotros mismos. Para eso, seguramente, sería mejor que no hubiera nada: sólo muerte, gusanos, tierra, putrefacción, descomposición, cenizas. Todo habría acabado y no habría más. Una vida con la que uno mismo quiere terminar y al hacerlo, todo lo que consigue es que se repita una y otra vez es mucho peor que la muerte.
No podría ser que algunas personas acumularan tanto sufrimiento. ¿Y si aquellas personas que parecen felices son en realidad unos pobres desgraciados?, envidiaríamos a unos desdichados.
Viviendo en un mundo gris, autómata, como robots.


¿Qué pensais?

martes, 8 de junio de 2010

Biblia, propaganda del mal

(Jueves 4 de junio de 2009)

«(…) Estamos en historia, viendo un vídeo sobre el arte barroco, no dejan de darle vueltas al Vaticano y a Roma... Pero lo de la euforia (o el orgasmo) de Santa Teresa... jejeje. Es sorprendente lo que un viejo libro puede mover. Ese viejo libro conocido como Biblia, llegó a dominar medio mundo y aún está presente. Es curioso lo que puede hacer la gente por un viejo libro. Antes recordaba algo de la catedral de Berlín y Lucifer... no recuerdo la historia, la buscaré en internet, seguro que hay algo.

En realidad yo siempre digo lo mismo: para 'confirmar' o hacer más fuerte la creencia en un Dios, la Iglesia se esfuerza al máximo por potenciar la creencia en un anti-dios: Lucifer, según los profesores de religión que he tenido el más hermoso de los ángeles, la representación de los pecados, sobretodo el carnal. Si cuanto más lo pienso, más me parece que la religión está planteada del revés


De esto hace poco más de un año. Y sigo pensando más o menos igual. La Biblia no es más que un viejo libro, de ficción (qué interesante...) y curiosamente los que la han conformado a partir de viejos libros ha sido la Iglesia, con el cut & paste o corta y pega, tan empleado hoy en día. Son unos visionarios estos curas... Hace algún tiempo, dos o tres años por lo menos, oí en la televisión que habian encontrado el testamento de Judas, aquel pelirrojo retratado como traidor, seguro que sabeis a quien me refiero. Bien, parece ser que el su testamento afirmaba que el Señor de los cristianos, Jesús, sólo confiaba en él. Y todo fue un montaje de Jesús y Judas. No hubo traición, sólo se lo ocultaron al resto del mundo. ¿Adivinais la reacción de la Santa Sede? Califiaron su testamento de blasfemo y su información de calumnias. Estos señores clérigos nos han permitido conocer la historia contada por cuatro de los doce elegidos. Supongamos que tienen razón: Judas mentía también en su librito. ¿Y los otros siete?
Yo no tengo la posibilidad de preguntarles a los profesores de religión que conozco acerca del tema, así que os invito a preguntar y averiaguar algo. Seguramente os dirán algo interesante, os agradecería que lo compartierais conmigo.

La esencia, eso es lo que se busca

Bien, debería presentarme:
Soy Sandra y tengo 16 años (bueno, casi 17). Este blog lo hice para hacer una especie de diario diferente, de reflexiones y apto para la lectura. Pero me pareció patético. Así que he borrado las pocas entradas que habían y ahora lo que pienso hacer es compartir reflexiones. Al final le he pillado el gustillo a eso de filosofar y a la filosofía cosmopolita. Lo que leeréis no será nada del otro mundo ni gran cosa, pero ahí está. Es decisión vuestra lo que queráis hacer...
También os aviso como va a ser más o menos.
1. Lo que escriba no significa ni que lo piense tal cual, ni que lo apoye, ni que lo haga, ni que esté en contra, ni nada de nada. Si quiero compartir mi punto de vista acerca de algo, diré que lo comparto o que estoy en contra.
2. No os aseguro que lo que ponga tenga sentido ni sea coherente, básicamente por el simple hecho de que a veces no doy a entender lo que quiero y no sé explicarlo como me gustaría.
3. Algunas de las reflexiones que pondré serán de hace cosa de un año, así que no esperéis grandes reflexiones ni tengáis demasiadas expectativas.
4. Os animo a comentar, a discutir (abstenerse de insultos, me refiero a debatir abiertamente) y a hacer lo que queráis siempre y cuando se encuentre dentro de vuestros propios límites.
5. Daros las gracias por perder un rato de vuestro tiempo en dejar que os maree.