martes, 15 de junio de 2010

Invasión

Domingo 13 de junio de 2010

¿Por qué nos afecta nuestro propio pasado? Ese pasado turbio del que nos avergonzamos o simplemente del que no nos sentimos orgullosos. Porqué seguramente se haya fallado en la técnica: el fingir desinterés, pasividad o qué hagamos entender que no nos importa ni nos afecta.
El no enfrentarse a los problemas conlleva el almacenamiento de estos en alguna parte de nuestra mente. Los dejamos allí, actuando como si no nos importaran. Pero al mismo tiempo, esos recuerdos van ocupando cada vez más espacio en nuestro consciente y en nuestro subconsciente. Nos van devorando de alguna forma por dentro, van destruyéndonos. ¿Cómo? Ocupa el puesto que deberían ocupar otros pensamientos: los nuevos y los recuerdos. La forma de actuar es similar a la de la depresión.
(Parece ser que el pasado, el presente y el futuro, los rescuerdos y los pensamientos relativos a cada uno de ellos, tienen un lugar, un puesto predeterminado en nuestra mente. La depresión ocurre cuando aquello que pertenece al pasado ocupa, invade el sitio reservado y destinado al presente. Por lo que el presente se converte en no otra cosa que el continuo ataque de nuestros recuerdos durante el día a día actual. La ansidedad es el desajuste contrario. Es decir, los pensamientos pertenecientes al futuro invaden el lugar destinado al presente. Entonces el presente se llena de la sensación de ir contrarreloj, de no ser consciente -o no tanto como deberíamos serlo- del presente, del momento que vivimos.).
El comienzo en forma de incomodidad y la negación de ésta en público y en uno mismo puede derivar, con el tiempo y con un aumento considerable del grado en que los recuerdos nos afectan, en una depresión. Por eso, no debe dejarse que un recuerdo -o varios, o muchos-, por desagradables que sean, condicionen tu presente.
La solución pasa por enfrentarse a esos recuerdos, plantear soluciones y acatarlas de forma efectiva.

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