domingo, 13 de junio de 2010

Sugestionabilidad, pérdida del control y debilidad

Para hablar de la debilidad que supone la pérdida del control de una situación para ciertas personas, he intentado informarme. Y al teclear en el buscador google.es las palabras "psicología debilidad humana" prácticamente sólo me han salido páginas católicas o cristianas en general. La primera de ellas haciendo referencia a la homosexualidad...
Necesitaré apuntes de alguna otra persona para llevar a cabo algo así. Este verano también le echaré un ojo a Freud.

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Hay un sentimiento que es el sentimiento de debilidad. ¿En qué consiste? Sientes impotencia ante una situación, no sabes qué hacer ni cómo salir de ella, tampoco sabes por donde empezar para resolver esa problemática situación. El sentimiento de debilidad, por si fuera poco, te llena de rabia, frustración y todavía más impotencia. Todo ello te impide vislumbrar siquiera el comienzo de la resolución.
El sentimiento de debilidad implica a menudo la pérdida del control de la situación, cuya combinación te causa una fuerte aversión. De forma independiente, la idea de pérdida del control también resulta casi insoportable, más bien desagradable, algo a lo que no se quiere enfrentar uno, algo que no visualiza siquiera a modo de hipótesis.
Entonces nos preguntamos ¿por qué tenemos que ser débil? Nietzsche dijo que lo que no te mata, te fortalece. Si con todo lo que ha sido vivido y todo lo que se ha superado, no se ha muerto, pero sin embargo te das cuenta de que eres débil, porqué eso es de lo que estás convencido, significa que no eres fuerte. Antes de darte cuenta de semejante hecho, habías estado convencido durante semanas, meses, años, de que eras fuerte. Ahora crees haber estado viviendo de una ilusión, una ilusión que decías tú mismo y tú mismo te la creías. Algo tan grave que te avergüenza no haberte percatado antes.
Pero aún queda una posibilidad y es que sólo vemos, sólo entendemos aquello que queremos ver. Puede que antes quisieras ver que eras fuerte. Pero puede que ahora, por influencia externa, lo que quieras creer -lo que esa influencia pretende que creas- es que te sientes débil. Es necesario no perder el control entonces, de la propia razón, y sólo a partir de ahí, ser capaz de averiguar hasta que punto somos sugestionables, porqué cuanto más sugestionables somos más débiles también somos. Una persona fuerte no se deja sugestionar. Sin embargo el equilibrio hay que hallarlo en no dejarse sugestionar, pero si en dejar que otros compartan contigo sus experiencias, lo cual te enriquece, pero sin que estas determinen en gran medida tu resolución final. Y no dejarse sugestionar, no dejarse influenciar en todos aquellos aspectos determinantes, es el primer paso para alcanzar la verdadera fuerza personal.

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